...Cuando yo muera; todo esto será visión, ceniza,
retazo de hoja seca;
pisoteada estrella sin linaje; soledad...
desvaído lindero que soñaba espíritu; cualquier cosa lejana
que se perdió entre acordes de notas silentes...
¡hada que jamás pudo visitarme; o verso que jamás pude escribir!
Cuando yo muera, hazles saber a todos que...
jamás pude arrancarle los pétalos a un nardo,
ni pude usar la china contra los turpiales
o destruirle a un niño su juguete.
Deben saber que nunca abandoné mi cálida trinchera,
allí donde clamaban los mendigos y me extasiaba
fantaseando con Mafalda y Mazinger Z
Nunca abandoné la belleza de la música y siempre cobijé
con alegría mis locuras.
Locuras que inspiraban mi vida y mis amigos;
Verdadero tesoro de mi juventud.
tu sabes que fue así; no hubiera sido nada sin ti...
Dile a todos que hubo vendavales y tormentas,
pero siempre ví de frente a la luz.
Cuando yo muera, mi legado será sencillo, humilde,
cuando yo muera nada podré dejarte sino un nombre y un corazón.
Entréguenle mis pies al llano, para que al fin pueda recorrerlo.
Coloquen mis manos sobre un blanco piano de cola y déjenlas que toquen antiguas melodías.
Entréguenle mis ojos a mi bebe, para nunca dejar de verla.
Mis labios a mi madre para siempre besarla.
Mis oídos al viento para arrullarme mientras descanso.
Mi nariz a la tierra para que se mezcle con las flores.
Mi pecho al sol, para sentir que sigo vivo.
Mis brazos a mis pocos amigos, a los que leen esta carta, para abrazarlos y que me llenen de su fuerza.
Mis piernas al mar, para que compita con los caracoles….
Y a mi corazón....
Ponlo de vez en cuando en los jardines;
Tal vez dialogue cosas con las flores;
Llévalo quizá un día al Sur; donde aprendió a añorar
El horizonte.
Súbelo a la montaña donde soñó ser algo entre los hombres y
Sumérgelo entre la espesa nieve donde latió entre compases musicales...
¡Y al mar!, Al mar... y deja que se confunda con las atarrayas
Tómalo entre tus manos mansas,, como siempre,
Y deja que bese de nuevo tus palmas,
Llévame al final dondequiera que estés tú, dondequiera que haya una lágrima,
un niño, una nota musical, una máscara, un pincel, una pluma y una flor.
Guárdame en bálsamo de miel y úsame en la hora en que por tu mente pasen sinsabores;
Y recuerda, que una sonrisa y un abrazo, siempre fueron los únicos tesoros que de tu persona
pedí,
Y a través de ellos, en la infinidad del tiempo; te observaré, cuidaré de ti como siempre lo hice,
inmensamente, más allá del pensamiento y más allá de la vida.
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