Brindo por la maravillosa arquitectura de un panal de abejas,
Brindo por el zurcido invisible de un insecto en el aire,
Brindo por el repicar de la lluvia en la tierra mojada,
Brindo por la fragancia de una rosa encarnada.
Brindo por ti y por mí, y por el poco espacio que nos separa,
Brindo por el reflejo de mis ojos en los tuyos,
Brindo por el aleteo de la mariposa que se dibuja en tu mirada
Y el crepitar angustiante del abrir de mil capullos.
Brindo por la melancólica confesión del caracol,
Brindo por el amor, brindo por el dolor.
Brindo por el silencio agotador de mi voz cuando te espero
Brindo por el reloj, que apura tu llegada
Brindo por el cáliz de vino dulce que bebo en tus riberas
Brindo por aquello que sabemos que nos muerde y que nos quema
Brindo por el apagado canto de un grillo en la madrugada
Brindo por el azul oscuro de una tarde que agoniza,
Por el bamboleo de un barco mecido por la brisa
Y por la palmera, tan altiva y tan delgada
Brindo por ti y por mí y la alborada
Brindo por la vida que se escurre a cada instante
Brindo por la muerte, que nos acusa constante.
Brindo por mi alma, que se diluye en tu mirada.
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